2020 será un año recordado, estudiado, analizado, interpretado. Ha sido (está siendo) tan tremendo, ha hecho tambalear tantos cimientos, que marcará un antes y un después en nuestra vida. Pero hoy no toca hablar de lo que ya sabemos y sufrimos; hoy toca cruzar los dedos para que toda esta pesadilla pase y esa pequeña luz al final del túnel, se haga más y más grande a medida que el nuevo año comience a andar. Seamos positivos. Tengamos esperanza. Es lo que nos queda, es lo que no puede faltar.
Y para cerrar este año, qué mejor que hacerlo con el poema «La espera» de Manuel Vilas que recoge certeramente, cómo las cosas más simples, esas que pasaban desapercibidas, a las que no dábamos importancia, han tomado protagonismo y ansiamos tener de nuevo, cuanto antes, en nuestra vida.
Ahora ya sabemos que la vida es comer con un amigo en una terraza, ir de librerías, tomar el sol, ver una película en un cine, perderte por una calle desconocida, coger un tren.
Por eso, cuando la vida regrese, le pediremos menos cosas.
Y me acuerdo ahora de los restaurantes llenos, de las bodas, de las fiestas, de los viajes en autobús, en avión, en el metro.
Nostalgia de las rebajas de todas las tiendas y mercadillos de España, mi gran país, mi pobre país torturado y humillado.
Cuando esto termine, yo creo que jamás volveremos a dar un beso protocolario. Todos los besos se volverán besos poderosos, fuertes, grandes, sexis y salvajes.
Cuando regrese la vida, me verá guapo y elegante, como siempre.
Cuando ella vuelva, porque volverá, me encontrará bien dispuesto y a la orden.
«La espera» Manuel Vilas. 2020
Esta será nuestra espera, llena de esperanza y cuando la normalidad (la verdadera normalidad llegue) nos encontrará a todos preparados para disfrutarla como nunca antes lo habíamos hecho.
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