Han pasado diez años desde la primera entrada publicada en Gestión de Personas ¡Todo un Arte!; en este tiempo ha habido empuje, estrategia de branding, desapego, nuevas ilusiones; en una vida, hay muchas vidas, y en la de este blog han existido unas cuantas ¡y las que quedan por llegar!
Cuando decidí crear el blog, aun sabiendo que sería una gota minúscula en el océano, sentí una tremenda responsabilidad y mucha, mucha inseguridad…me preocupaba, lo que «los lectores» pudieran pensar o decir, y, sobre todo, la imagen que de mi como profesional se pudieran formar.
Me pesaba el reflejo de mi trabajo en el espejo del entorno virtual.
Esa etapa inicial estuvo marcada por indicadores de visitas, tasas de rebote, suscriptores, comentarios, likes, followers, planificación de contenido y calendarios de publicación teniendo en cuenta en qué red compartir y cuál era el mejor día y tramo horario para hacerlo.
Me formé, aprendí mucho, y con lo que aprendí, incluso ayudé a otros en el camino de la gestión de su marca personal.
Todo ello era y es importante, sin duda, pero me llevó al agotamiento y al hastío.
En este punto llegó la primera reflexión.
Un hobby no puede ser una obligación, si es así ¡déjalo!
Me había metido en todo aquello del branding, porque me motivaba, porque era una fuente de satisfacción, y, por qué no decirlo, de ingresos extras que siempre vienen bien. Pero en el camino, fui dejando lo fundamental: lo que me gustaba, a mí, por mí y para mí.
Esta reflexión me hizo dar un giro a la edición del blog y a mi presencia en redes sociales (que seguiré reduciendo). Nueva estética, nuevos contenidos, menos presión para publicar y nada de analíticas ni suscriptores.
Al leer esto, muchos expertos en branding personal dirán que fue un suicidio, puede ser… pero ¿y lo importante que es recuperar la tranquilidad y no estar pendiente de si tu post ha sido visitado, retuiteado o compartido?
A todos nos gusta ver el impacto, pero una cosa es que te guste y otra bien distinta es que te quedes atrapado en la necesidad de reconocimiento continuo, en un entorno tan volátil como el digital.
Y la respuesta al porqué lo hacemos llega en forma de teoría.
La teoría del yo del espejo
Charles Cooley sociólogo de la Universidad de Michigan, en su obra Human Nature and the Social Order, formula la teoría del yo del espejo: «el yo de una persona crece a partir de las interacciones sociales que el individuo ejerce con los que le rodean. De modo que la visión de nosotros mismos deriva de la contemplación de las cualidades personales y de las impresiones de cómo los otros nos perciben»
Según esta teoría nuestra autoestima (cómo nos valoramos) y nuestra autoimagen (cómo nos vemos), depende de cómo imaginamos la apariencia que mostramos a nuestro entorno, cómo creemos que esta es valorada y cómo pensamos que hace sentir.
Esa imagen externa social es similar a un gran espejo en el que nos miramos, el reflejo de lo que «supuestamente» otros perciben y piensan de nosotros, influye en nuestra autopercepción: creemos que somos realmente esa imagen reflejada (para lo bueno y para lo malo).
Por eso, ante ese reflejo, modificamos nuestro comportamiento adaptándolo a lo que imaginamos que los demás esperan de nosotros.
Si el entorno nos valora y nos hace crecer, crecemos, pero si nos silencia o nos critica y ningunea (o lo percibimos así) caemos en prácticas de autosabotaje que pueden hacernos mucho daño.
Y esto lleva a la última reflexión.
Encontrar espejos sociales positivos
Los inputs recibidos impactan en nuestra autoestima, por eso es importante elegir muy bien (si se puede) el entorno virtual y real (familia, amigos y sobre todo trabajo) en el que nos movemos, es decir, rodearnos de espejos sociales positivos.
E igualmente importante es contribuir a crearlos. Cuidemos el feedback que también nosotros damos a nuestros equipos, compañeros, amigos, familia… tenemos una responsabilidad que no podemos eludir.
Busquemos y encontremos ambientes emocionalmente inteligentes, entornos saludables, donde exista seguridad psicológica y no se admitan prácticas tóxicas. El resto, cuanto más lejos mejor.
R E C U E R D A
Quién mira afuera, sueña; quién mira adentro, despierta. #cita Carl Gustav Jung Share on X
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